jueves, 10 de mayo de 2012

La Ratita Presumida


Erase una vez, una ratita que era muy presumida. Un día la ratita estaba barriendo su casita, cuando de repente en el suelo encontró algo que brillaba era... una moneda de oro.

La ratita la recogió del suelo y se puso a pensar qué se compraría con la moneda.

“Ya sé, me compraré caramelos... uy no, me dolerán los dientes. Pues me comprare pasteles... uy no, me dolerá la barriguita. Ya sé, me compraré un lacito de color rojo para mi rabito”...

Para las pequeñas ratitas presumidas, en especial para Alma y Blanca.





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